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Aliados y rivales, pero no mucho

Imagina Brasil en los años de plomo como un gran campo de fútbol, solo que el árbitro pita según lo que quiera el dueño del balón, el césped está minado y a la afición se le prohíbe gritar. Así es como yo, Horácio Guimarães, veo la dictadura militar en Brasil.

De un lado, los rivales: generales, ministros, empresarios, religiosos e intelectuales que aplaudieron el régimen, creyendo que el autoritarismo salvaría al país del “peligro rojo”. Del otro, los aliados: periodistas censurados, estudiantes perseguidos, artistas exiliados, obreros encarcelados, sacerdotes silenciados y “subversivos” eliminados. Un juego desigual, con la victoria ya escrita en el acta.

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Este sitio nació para revisitar ese campo de batalla sin nostalgia ni revisionismo. El objetivo es entender quién jugó de qué lado, cuáles fueron las estrategias, las trampas, los goles en contra y los regates históricos. Es un mapa de personajes militares y civiles, políticos y poetas, cómplices y resistentes que ayudan a reconstruir el mosaico humano de una época en la que el miedo era la ley y el silencio, la regla.

Brasil aún tiene dificultad para enfrentar su propio pasado. Continuamos repitiendo los mismos lemas, como si la historia fuera un replay infinito. Pero el fútbol y la política muestran que ningún marcador es definitivo.

Sea bienvenido al campo. Póngase la camiseta de la curiosidad y del interés histórico y siga el partido. Solo no aplauda sin saber quién está en la cancha, defendiendo o atacando.

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