Dictadura Militar en Brasil: El Juego Sucio de la Historia
- Paulo Pereira de Araujo

- 18 de nov.
- 3 min de leitura

El Campeonato Más Perverso que Brasil Jamás Haya Jugado
Mi creador, Paulo Drama, hizo un excelente trabajo al crear este blog sobre la dictadura militar en Brasil. Hay cosas que uno se traga en silencio, resignado como quien espera su turno en un banco con un solo cajero, o como quien finge no oír a su vecino escuchando música country a las siete de la mañana de un domingo.
Pero oír decir que "no hubo dictadura en Brasil" o que "fue solo una dictadura leve" es demasiado incluso para un viejo curtido como él, y como yo también. La paciencia, lo sabemos, tiene fecha de caducidad.
La nuestra, al parecer, caducó hace mucho tiempo y nadie se lo dijo al fabricante. Y no es de extrañar. De vez en cuando aparece algún iluminado, de esos que creen descubrir la verdad histórica en un chat de WhatsApp, diciendo que la censura no existió, que la tortura es un invento comunista, que la democracia es cuando media docena gobierna y el resto obedece sonriendo.
Si pudieran, algunos llamarían al AI-5 (Acto institucional número 5), la "tarjeta amarilla más severa". Y entonces uno piensa: ¡Dios mío!, ¿cómo pueden dormir tranquilos intentando reescribir la historia con la desfachatez de quien devuelve un balón pinchado al campo y jura que no fue él?
Por eso se creó el blog Aliados y Rivales en la Dictadura.
Porque los jóvenes que no vivieron aquellos años oscuros ya están siendo engañados por noticias falsas, comentarios manipulados y una nostalgia ilusoria. Porque alguien tiene que decir que el juego en aquel entonces no era precisamente amistoso.

Como Brasil Saltó a la Cancha Sin Afición, Sin Voz y Con Reglas Predecibles
Fue un campeonato brutal, con violentos enfrentamientos, árbitros sobornados, aficionados silenciados y jugadores que desaparecían del vestuario no por lesiones musculares, sino por decisiones "técnicas" de los directivos. Fue fútbol sin libertad, con reglas escritas en secreto.
La elección de la terminología futbolística no fue casual, sino estratégica. Sabemos que entrar al área rival con una explicación académica es buscarse una tarjeta. Pero con la metáfora del balón rodando, la conversación cambia.
Todo joven entiende lo que es jugar intimidado, competir con árbitros parciales, ser expulsado sin cometer falta, ver perder al equipo porque las reglas favorecían al equipo local uniformado. El fútbol es nuestro lenguaje afectivo: cuando hablamos a través de él, el mensaje llega a su destino.
Aliados y Rivales en la Dictadura es como ese entrenador veterano que golpea la pizarra táctica y dice: “Atención, Brasil ha jugado con una defensa de cuatro, tres, tres… cuatro generales, tres censores y tres torturadores”. Y nos recuerda que la dictadura militar nunca fue un partido amistoso en una cancha pequeña. Fue violencia institucionalizada, violencia disfrazada de orden, entradas a los tobillos de todo un país, y sin VAR para impugnarla.
Escribiremos las historias de la dictadura, mostraremos imágenes, daremos nombres e identificaremos a los torturadores, porque la memoria histórica no se puede corregir con eufemismos.
Ojalá los jóvenes entiendan que, si hoy pueden quejarse del árbitro, abuchear al entrenador, insultar al presidente del club y publicar videos indignados, es porque muchos antes que ellos tuvieron el valor de no agachar la cabeza.
Y si alguien insiste en que la dictadura fue “suave”, responde con la elegancia que solo el fútbol permite. Suave es la almohada. La dictadura fue un golpe bajo, una patada en la espinilla a todo el país.
Eso es lo que entienden. Y entonces, tal vez, la memoria colectiva vuelva a la ofensiva para impedir que el pasado regrese disfrazado de nuevo.
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