Marcha de la Familia: Cómo el Acto de 1964 Abrió el Camino para el Golpe Militar
- Paulo Pereira de Araujo

- 9 de dez.
- 4 min de leitura

Los Discursos, Símbolos y Estrategias Detrás del Mayor Acto Conservador de 1964
Decir que el 19 de marzo de 1964 fue un clásico en el que la mitad de la ciudad se puso la camiseta equivocada no es exageración. São Paulo se convirtió en un estadio lleno. Quinientas mil personas marcharon de la Praça da República a la Praça da Sé cómo una hinchada después de una victoria apretada, aunque el gol en contra ya estuviera anunciado en la pantalla gigante.
Los carteles, banderolas de barra brava sin poesía, eran claros: “Verde y amarillo”, “Democracia todo, comunismo nada”. La hinchada llegó ensayada, afinada y convocada, como entrenamiento secreto antes de la final.
El senador Benedito Mário Calazans subió al micrófono como técnico enfurecido en el vestuario, evocando a San José como capitán del equipo conservador y afirmando que “Fidel Castro”, Leonel Brizola, João Goulart (Jango) y “los comunistas” formaban el otro lado. Señalaba al público como quien ajusta la barrera antes del tiro libre. Decía que allí estaba el pueblo listo para defender la democracia del “tiranizo rojo”.La ciudad ganó clima de feriado, tiendas cerraron temprano, fábricas liberaron obreros, delegaciones de diez estados reforzaron la tribuna.
Cunha Bueno como dirigente, Ademar de Barros repartiendo apoyo como ingreso VIP, entidades femeninas, industriales y rurales cuidando de la coreografía. En las calles, mujeres rezando, religiosos con cara de jueces de línea y militares tranquilos como quien ya conoce el resultado. Los periódicos celebraron el carácter “cívico”, confundiendo civismo con pedir que el arquero rival pateara contra su propio arco.
El objetivo era volcar la opinión pública contra las reformas de Jango, tratadas como gambetas demasiado arriesgadas por los conservadores. El comunismo se volvió el delantero fantasma que nadie vio jugar, pero que todos juraban temer. Dios, libertad y familia formaban el trío ofensivo, con la intervención militar calentando en el banco, lista para entrar en cualquier momento y “sanear” la cancha.
La Marcha se convirtió en sinónimo de apoyo popular al Golpe de 1964
Días después, el golpe de 1964 entraría de lleno. La Marcha de la Familia ayudó a pavimentar ese campo, victoria que solo pareció victoria para quien confunde ruido con consenso. Y como le digo a Botox, mi perro, que no entiende dictadura, pero detecta mal olor: cuando la tribuna se vuelve tropa, el partido no se pone bonito, se pone peligroso. Envejecer sirve para eso, uno aprende a identificar jugada ensayada desde lejos.
Cyro Albuquerque subió como camisa 10 improvisando himno de hinchada: “bandera libre”, “respeto a las instituciones”. Pedía paz, pero su tono recordaba a técnico pidiendo calma después de ordenar “entrar fuerte” en el mediocampista contrario.
Auro de Moura Andrade habló como narrador enamorado de su propia metáfora. Decía que aquel día era histórico, que el pueblo estaba allí para defender la democracia y evitar “a los comunistas”. Invitaba a confiar ciegamente en las Fuerzas Armadas, como hincha que jura que su equipo jamás comete falta violenta.
Plínio Salgado, líder integralista, hizo un discurso digno de zaguero con los tapones en la rodilla del contrario. Convocó a soldados, marineros y aviadores como barra ultra y preguntó si eran capaces de levantar las armas, casi una incitación a la pelea en el túnel. Habló de subversión, anarquía, Moscú y hogares destruidos, todo envuelto en verde y amarillo.
En medio de la multitud, Geraldo Goulart comparaba todo con la Revolución de 1932, hábito paulista de recordar una final antigua cuando el partido actual no avanza. Leonel Brizola se volvió el número 10 rival, blanco de silbidos y pañuelos agitados. La marcha terminó con misa y con el “Manifiesto al pueblo de Brasil”, panfleto llamando a todos a “dar vuelta el marcador” contra Jango.
La historiografía no deja duda: la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad fue el “¡ve tú!” que autorizó el golpe militar de 1964. Sus defensores insisten en el carácter “espontáneo”, como si medio millón de personas surgiera de la nada, sin articulación de industriales, damas de la élite y políticos influyentes. En el palco, Leonor Mendes de Barros, Carlos Lacerda y una fila de nombres que jamás rechazarían una cámara.
Al final, aquello no fue partido, ni fiesta, ni civismo. Fue estrategia política, entrenamiento táctico para que, cuando llegara el golpe, nadie pudiera fingir sorpresa. Como le digo a Botox, con olfato fino para golpes, cuando aparece la silbatina sincronizada es porque el marcador ya estaba arreglado antes del pitazo inicial. Y nada de eso, absolutamente nada, huele a democracia.
#HistoriaDeBrasil #GolpeDe1964 #MarchaDeLaFamilia #DictaduraMilitar #BrasilContemporáneo #MemoriaHistórica #PolíticaLatinoamericana #DerechaAnticomunista
.jpg)






Comentários