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Witold Pilecki: El Héroe Desconocido que Enfrentó Auschwitz y Cambió la Historia

  • Foto do escritor: Paulo Pereira de Araujo
    Paulo Pereira de Araujo
  • 26 de nov.
  • 3 min de leitura

Imagen del soldado Witold Pilecki y el prisionero voluntario de Auschwitz.
Imagen del soldado Witold Pilecki y el prisionero voluntario de Auschwitz.

El Voluntario de Auschwitz que el Mundo Tardó en Reconocer


Algunos dicen que el coraje es actuar a pesar del miedo. Yo, a mis setenta años bien vividos (y algo abollados), digo que el coraje también es una terquedad infinita, una negativa casi infantil a aceptar que el mundo es este lugar medio torcido. Witold Pilecki era exactamente ese tipo de terco. Del tipo que hasta la Señora Soledá mira con respeto. Y mira que no se impresiona fácilmente.


Su historia comienza como la de tantos polacos bajo el nazismo, pero pronto se desvía hacia un territorio reservado sólo para quienes tienen nervios de acero o una fe absoluta en el deber. Pilecki, imagínate, se ofreció para ser arrestado y enviado a Auschwitz.


Mientras yo me quejo porque Botox me despierta a las cinco de la mañana para pasear, este hombre decidió entrar voluntariamente en el peor campo de concentración del mundo. Siempre me pregunto: ¿qué clase de ser humano hace eso? La respuesta es simple: uno raro.


En medio de aquel horror, uno que ni las pesadillas más oscuras logran reproducir, él decidió trabajar. No descansar, no volverse loco, no rendirse: trabajar.


Fundó la Związek Organizacji Wojskowej (ZOW), la red de resistencia en Auschwitz. Esta red de prisioneros tenía tres objetivos principales: mantener la moral, distribuir alimentos y ropa robados, y recopilar información sobre las atrocidades nazis.


Con la ZOW, ayudó a otros como pudo, repartiendo pequeñas esperanzas y grandes riesgos. Y, sobre todo, escribió informes secretos. Escribió como quien sabe que habrá necesidad de testigos cuando el mundo despierte.


La puerta de entrada al infierno de Auschwitz.
La puerta de entrada al infierno de Auschwitz.


La Misión Imposible que Cambió la Resistencia Polaca


Su vida en aquel infierno estuvo lejos de ser fácil. Le arrancaron los dientes frontales cuando se negó a sostener un cartel con la boca. De sus notas, informes y susurros nació el Informe Witold, una de las primeras descripciones detalladas del Zyklon B, los hornos crematorios y la maquinaria de exterminio.


Witold Pilecki envió esa información al exterior y, ¿adivina? Pocos le creyeron. La humanidad tiene ese talento triste de desviar la mirada justo cuando debería abrir los ojos.


Cuando se dio cuenta de que su permanencia en el campo era demasiado peligrosa, Pilecki eligió otra locura: escapar de Auschwitz. ¡Y escapó! Yo, como mucho, huyo de una consulta médica. Él huyó de un campo de exterminio para contar lo que vio. Y lo contó.Luego se lanzó al Levantamiento de Varsovia, porque, al parecer, el hombre tenía alergia a la calma.


Después de la guerra, cuando los nazis fueron sustituidos por los soviéticos, Pilecki siguió siendo… Pilecki. Volvió a luchar. Y entonces llegó el desenlace que todavía me revuelve el estómago: en 1948, el régimen comunista polaco lo ejecutó en un sótano. Cuando leí eso por primera vez, juro que escuché a la Señora Derradeira carraspear a mi lado; ella conoce esos sótanos, esos silencios, esas desapariciones.


Y aquí está lo que me anima: no lograron borrarlo. La memoria de Witold Pilecki se filtró por los bordes, sopló por las rendijas y encontró a quien la llevara adelante.


Y, entre nosotros, cuando pienso en héroes de la Segunda Guerra Mundial, não penso em capas nem em filmes. Pienso en hombres como Pilecki: cansados, hambrientos, con miedo y aun así capaces de elegir el camino más difícil.


Si yo tuviera la mitad de esa firmeza, quizá hasta la Señora Soledá me trataría con más delicadeza. Pero está bien. Hoy escribo sobre Pilecki, y eso, de algún modo, también me hace respirar mejor.



 
 
 

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