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Rosana Paulino – La Artista que Cose la Memoria Negra en Brasil

  • Foto do escritor: Paulo Pereira de Araujo
    Paulo Pereira de Araujo
  • 7 de dez.
  • 3 min de leitura

Atualizado: 8 de dez.

Rosana Paulino, la artista que cose la historia que Brasil intentó desgarrar, devolviendo voz, cuerpo y memoria a las mujeres negras.
Rosana Paulino, la artista que cose la historia que Brasil intentó desgarrar, devolviendo voz, cuerpo y memoria a las mujeres negras.

Arte, Memoria y Resistencia en el Siglo XXI


Rosana Paulino es de esas presencias que uno no “descubre”, sino que recibe como una bofetada. Una bofetada necesaria, de esas que despiertan más que un café cargado. Una artista cuya obra, memoria, cuerpo, mujer negra, racismo estructural, diáspora africana, no busca agradar; busca verdad. Y, como todo viejo testarudo, respeto profundamente a quien no pide permiso para existir.


Nacida en São Paulo en 1967, Rosana bien podría haber seguido caminos más suaves, pero prefirió clavar la aguja justo donde Brasil finge que no duele. Se formó y se doctoró en la USP (Universidad de São Paulo), se especializó en Londres y entendió desde temprano que el arte contemporáneo no es adorno de sala: es bisturí.


Su obra atraviesa fotografía, dibujo, video, instalación y, sobre todo, aquello que siempre me conmueve: la costura. Aguja como pluma, hilo como cicatriz. Siempre pienso en Parede da Memória (Muro de la memoria), aquella instalación de 1994. Paulino toma fotos familiares, rostros negros que el país intentó borrar, y los cose como quien recompone una historia desgarrada.


Allí entendí por primera vez que la costura puede ser más violenta que el corte. Cada puntada revela lo que se rompió antes. En Assentamento (Asentamiento), el mismo gesto reaparece, pero ahora como arqueología íntima, pedazos de vidas negras sostenidas por un hilo frágil pero obstinado. Y en Atlântico Vermelho (Atlántico Rojo), encara de frente ese océano que no separa continentes, sino que une tragedias.


La Costura como Política: El Método Singular de la Artista


Rosana Paulino no trabaja para construir ídolos. Ella desmonta, recoge y rearma. Es una artista consciente de que Brasil adora los filtros históricos, esconde la esclavitud en la sombra, oculta el genocidio negro bajo estadísticas y transforma sufrimiento en exotismo. Paulino devuelve esas violencias a la luz. No para torturar, sino para descolonizar la mirada, esa palabra tan querida por los modernos, pero que en su obra adquiere peso real.

Obras de Rosana Paulino, una artista que transforma la memoria herida en poder visual.
Obras de Rosana Paulino, una artista que transforma la memoria herida en poder visual.

Su presencia en instituciones nacionales e internacionales como la Pinacoteca de São Paulo, MAM - Museu de Arte Moderna de São Paulo, el MASP – Museu de Arte de São Paulo, el Museo Afro Brasil y el Brooklyn Museum no es un premio, sino una consecuencia. En 2018, se convirtió en la primera artista negra brasileña en tener una exposición individual en la Pinacoteca. Un hito tardío que dice menos sobre ella y más sobre el país que tardó demasiado en verla.


Una vez, escuchando a Paulino en el podcast Descriarte, me pareció bellísima la manera en que habló de sus series “Búfala”, “Senhora das Plantas” y “As Jatobás”. No hay solo denuncia, hay espiritualidad, un diálogo con fuerzas ancestrales al que mi viejo escepticismo intenta resistirse, pero termina por respetar.


Ella habla de la psicología de la mujer negra, esa que la historia oficial simplemente ignoró. Y, en un momento que me sacó una sonrisa, comentó ser hija de Ogum con Iansã. Dos santos de guerra. Ah, con razón: hace falta mucho Ogum para enfrentar este país y mucha Iansã para soplar vida en lo que intentaron asfixiar.


Rosana forma parte de la llamada “Generación Noventa”, ese grupo que pateó el marasmo artístico brasileño y trajo la urgencia al centro de la sala. Pero la verdad es que no pertenece a ninguna generación. Ella es un capítulo aparte. Su obra articula memoria, herencia africana, violencia de género, cuerpo negro, identidad, archivo, reparación simbólica y, aunque ella misma dude del concepto de reparación, una forma posible de reconstrucción.


Sueldo hay que decir que algunos artistas pintan el mundo; otros lo descosen. Rosana Paulino hace ambas cosas. Desgarra lo que necesita ser desgarrado y recompone lo que merece cuidado. No busca comodidad; busca conciencia. Quizá por eso su trabajo es tan fundamental en un país que todavía prefiere mitos a realidad, selfies a historia y taparse los ojos en vez de enfrentar el espejo.


Si quieres entender Brasil, el Brasil real, no el folclórico, empieza por Rosana Paulino. Ella no promete consuelo, promete lucidez. Y, a esta edad en la que ya perdí el gusto por las ilusiones, nada me parece más bello que eso.


 
 
 

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