Brasil Antes del Golpe de 1964: Jango, Crisis Política y la Marcha hacia la Dictadura
- Paulo Pereira de Araujo

- 21 de nov.
- 2 min de leitura

Un Brasil Dividido, Marchas Conservadoras, Reformas de Base y Tanques en las Calles
Antes de que la pelota empezara a rodar en 1964, el campo ya estaba inclinado y lleno de baches. El Brasil de los años sesenta era como un equipo nervioso, dividido, sin técnico y con una directiva que vivía peleando en el vestuario. La grada gritaba, pero nadie sabía muy bien a quién.
El optimismo desarrollista de Juscelino Kubitschek, aquel sueño de carreteras, automóviles y un futuro brillando en el horizonte, terminó en un embotellamiento histórico: inflación alta, deuda pública en ascenso, promesas de más para una caja cada vez más flaca. El país parecía haber acelerado tanto que ahora echaba humo por el escape.
Fue en ese escenario que entró en campo Jânio Quadros, el presidente de la escobita. Prometió barrer la corrupción, pero terminó barriéndose a sí mismo. Renunció después de siete meses, dejando al país sin portero, sin táctica y con la afición desesperada.
Su vicepresidente, João Goulart (Jango), era visto por los generales y los dueños del dinero como una camiseta roja infiltrada en el plantel. Y como era época de Guerra Fría, bastaba que alguien gritara “¡Moscú!” en medio de la grada para que muchos pidieran una intervención.
Jango intentó organizar el equipo. Habló de reforma agraria, redistribución de ingresos, participación de los trabajadores, reformas urbanas, todo aquello que remueve estructuras profundas. Pero el Congreso Nacional marcaba falta en cualquier iniciativa.
La prensa decidió alentar desde el palco. Afuera, sindicatos y estudiantes ocupaban las calles, mientras empresarios, sectores de la Iglesia Católica y figuras conservadoras aplaudían las marchas “Con Dios por la Libertad”, pidiendo que los militares entraran en campo para “salvar el partido”.
Llegamos entonces al 13 de marzo de 1964. El discurso de Jango a la multitud en la Central do Brasil es uno de esos episodios que insisten en volver. Defendía las reformas de base, intentando sacar al país de la inmovilidad. Acorralado, sí, pero terco y yo siempre tuve cariño por los tercos.
Mientras tanto, en la zona sur de Río de Janeiro, velas en las ventanas enviaban recados silenciosos: “no confiamos en ti”. Seis días después, São Paulo se convirtió en escenario de la gigantesca Marcha de la Familia con Dios por la Libertad, alrededor de 500 mil personas marchando contra lo que llamaban “comunismo ateo”. Ahí, dos Brasiles se miraron cara a cara: el Brasil que quería cambiar y el Brasil que temía cualquier cambio.
En ese duelo, Jango perdió y nosotros perdimos con él. Así, el 31 de marzo de 1964, el partido terminó antes del primer tiempo: tanques en las calles, aplausos desde las ventanas y la democracia expulsada del campo. Brasil entraba en una prórroga amarga que duraría 21 años.
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