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La voz de Nawal El Saadawi: la Mujer que Transformó el Dolor en Resistencia

  • Foto do escritor: Paulo Pereira de Araujo
    Paulo Pereira de Araujo
  • 5 de nov.
  • 3 min de leitura

Atualizado: 7 de nov.

La Voz de las Mujeres que Nunca se Calló


Retrato de Nawal El Saadawi hablando en una conferencia, cabello blanco y expresión determinada.
Nawal el-Saadawi transformó el dolor en palabras y las palabras en lucha. Su voz perdura en cada mujer que se niega a ser silenciada.


Hay momentos en que la literatura y la vida se confunden, como si la realidad necesitara de la palabra escrita para existir. Así fue con Nawal El Saadawi, cuya historia me impresiona no solo por el horror que enfrentó, sino por la valentía con que lo narró.


A los seis años, sufrió la mutilación genital femenina, ¡y qué horror, a los seis años! Y fue precisamente ese dolor lo que encendió en ella la conciencia de la opresión contra las mujeres, una opresión que acompaña a tantas en Egipto y, en cierto modo, en todo el mundo.


Hija de un padre exiliado y de una madre permisiva, creció entre órdenes y contradicciones familiares, aprendiendo muy pronto que la vida de las mujeres suele estar moldeada por imposiciones ajenas.


Como médica en aldeas egipcias, presenció prostitución, crímenes de honor, abusos sexuales y todo aquello que muchos prefieren esconder bajo alfombras de silencio. Fue esta experiencia la que convirtió su escritura en arma: Mujeres y sexo (1972), denunciando la violencia, le costó cargos prestigiosos, pero no calló su voz.


Siguió escribiendo, enseñando, recibiendo premios, doctorados honorarios y atravesando fronteras físicas e intelectuales. Y luego vino Mujer en punto cero, el retrato de Firdaus, una prisionera condenada a muerte que enfrentó su ejecución sin someterse a la clemencia. Firdaus, privada de la educación, obligada a casarse con un hombre viejo y violento, entra en el mundo de la prostitución buscando autonomía.


Lo que me fascina, y nos fascina, es esa ira justa, esa rebelión femenina que se transforma en fuerza, que se niega a doblarse ante una sociedad que insiste en ver a la mujer como objeto o cifra de honor.


En las décadas de 1970 y 1980, Nawal El Saadawi se convirtió en una referencia internacional, liderando programas de la ONU, fundando la Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes, escribiendo memorias clandestinamente en prisión.


Recibió amenazas de muerte, fue exiliada en los Estados Unidos, enseñó en Harvard, Yale, Columbia, la Sorbona, y nunca dejó de cuestionar el poder, la religión, la tradición.


Regresó a El Cairo en 1996, enfrentó a los conservadores, se presentó a la presidencia, participó en las protestas de la Plaza Tahrir, escribió obras teatrales que desafiaron incluso a autoridades religiosas.


Lo extraordinario en Nawal El Saadawi es el legado del pensamiento crítico aplicado a la vida. Denunció que la mutilación genital femenina no tiene origen religioso, sino que está sostenida por estructuras patriarcales y capitalistas, vinculadas al honor familiar y al control de la sexualidad femenina.


Cuestionó leyes discriminatorias, la violencia doméstica, los derechos de herencia, el consentimiento paterno para el matrimonio. Su obra aún inspira a mujeres como Mona Eltahawy a luchar por derechos familiares, sociales y económicos.


Nawal El Saadawi murió en 2021, pero dejó hijas que jamás conocieron la hoja que corta carne y espíritu. Y entre nosotros, deja la lección de que la palabra, cuando está afilada, es escudo y espada contra la opresión. Nos recuerda que la libertad se construye con valentía y que el silencio es siempre cómplice del sufrimiento.


 
 
 

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